Recorrer los meandros del río
© Jose María Fernández Díaz-Formentí
Podrás descubrir la vegetación de marisma y, con un poco de suerte, observar a los ánades reales y otros habitantes de este medio.
El río Barayo forma en su desembocadura un estuario de alto valor natural y gran calidad paisajística. Se trata de un entorno privilegiado en la costa asturiana donde se encuentran especies de flora de un enorme interés botánico.
© Jose María Fernández Díaz-Formentí
Podrás descubrir la vegetación de marisma y, con un poco de suerte, observar a los ánades reales y otros habitantes de este medio.
© Javi Gonzalez Roces
En el arenal podrás distinguir varias especies de gaviotas y de limícolas descansando o buscando alimento.
© Jose Francisco Sánchez Díaz
Existe un bonito bosque de ribera formado principalmente por alisos y sauces.
El río Barayo forma en su desembocadura, entre los concejos de Navia y Valdés, un complejo estuarino de alto valor natural y elevada calidad paisajística.
El cauce discurre por la antigua marisma formando un bosque de galería denso, para realizar en su último tramo un brusco giro al oeste, obligado por los cordones dunares de la playa. En la actualidad, las llanuras de Barayo aparecen tapizadas de juncales que crecen sobre suelos húmedos y ligeramente salinos.
Contribuyen a aumentar la diversidad de ambientes los acantilados y las pendientes laderas del valle, componiendo así un espacio en el que concurren gran parte de los ambientes costeros del litoral asturiano.
A nivel europeo este espacio se encuentra dentro de la Red Natural 2000, por estar declarado Zona Especial de Conservación (ZEC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
La rasa costera alcanza en la Reserva una altitud máxima de 107 m y tiene un relieve llano. El río Barayo, con un curso corto de apenas 12 km, ha excavado en esta rasa un valle angosto, con laderas escarpadas. Sin embargo, en su desembocadura forma un estuario donde se desarrollan varios meandros. El río se acerca a la zona de playa por la parte oriental, aunque desemboca en la parte occidental del valle tras describir un amplio arco por detrás del sistema dunar, formado, entre otras razones, por la acción de los frecuentes vientos de nordeste de la costa cantábrica.
Salvo la playa de Barayo y la de Sabugo, el resto de la costa es acantilada, con varios islotes de pequeño tamaño. Estos acantilados sufren el constante azote del oleaje, conformando durante esta eterna batalla numerosos pedreros y cuevas.
Las llanuras litorales elevadas, conocidas como 'marinas' o 'rasa litoral', son antiguos fondos marinos emergidos, que generalmente acogen actividades agrarias o praderías y donde antaño crecían abundantes carbayeras. Salpican el territorio, en curioso contraste, las casas tradicionales acompañadas de cabazos (graneros elevados) y las grandes casonas denominadas 'de indianos', construidas por emigrantes retornados de América.
En el ámbito de la Reserva existen hábitats de alto interés natural, entre los que destacan las marismas, el complejo dunar, los acantilados y el bosque de ribera.
Las dunas constituyen un medio especialmente valioso y sensible, que alberga numerosas especies legalmente protegidas. A medida que se reduce la influencia salina del mar, las márgenes del cauce se pueblan de las especies más características de la ribera, como alisos, sauces, fresnos, arces, que forman un frondoso bosque en galería, húmedo, sombrío y enmarañado, con un sotobosque diverso y florido, con plantas como lirio, ranúnculo y madreselva.
En los acantilados de los extremos de la playa de Barayo se desarrolla la vegetación típica de la costa occidental de Asturias, adaptada a sobrevivir en tan inhóspito medio.
Las aves son el grupo faunístico mejor representado en este espacio. En el arenal son frecuentes diferentes especies de gaviotas, mientras que la parte interna del estuario es el refugio del ánade azulón, la polla de agua y, en ocasiones, la garza real.
Durante el paso migratorio de otoño son comunes distintas limícolas y, en los islotes cercanos, no es rara la cría de cormorán moñudo, protegido a nivel autonómico. El ostrero, otra especie protegida en el Principado, puede ser observado alimentándose en el estuario, aunque su área de cría se localiza en acantilados situados más al occidente.
Un mamífero frecuente en Barayo es la nutria, una especie que en los últimos años parece sufrir una cierta recuperación, aunque continúa protegido legalmente a fin de asegurar su conservación.
En la base de los acantilados viven algunas especies de invertebrados muy especializados a vivir en estas condiciones de extrema dureza, para lo que han desarrollado fuertes sistemas de fijación. Tal es el caso del percebe, que además constituye un recurso económico de gran importancia para la población local.
No olvides que te encuentras en un espacio natural protegido y que tu comportamiento puede afectar a su conservación. Ten especial cuidado en no alterar el entorno ni molestar a la fauna.
Debes respetar la normativa existente, puedes consultar en este enlace el instrumento de gestión que incluye el ámbito de la Reserva Natural.
Además te recordamos que la Reserva Natural Parcial alberga especies y hábitats catalogados que cuentan con su propia normativa y que debes respetar.
Para hacer tu visita más sostenible sigue nuestro código de buenas prácticas.
Ten en cuenta que la Reserva Natural Parcial cuenta con una zonificación que has de conocer y que se representa en el mapa, ya que cada una de las zonas tiene normas específicas.